Ufff, este video me hizo reflexionar sobre la imagen que tengo de mi misma, debo confesar que hace algunos años si hubieran pedido una descripción de mi sin duda habría dicho: dibuja una mujer con nariz y dientes muy grandes, ojos hundidos, brazos gordos, muslos celulíticos y mirada triste.
Y es que tenía una fascinación por engrandecer lo que en mi cabeza todos veían al poner sus ojos en mi. "Defectuosa de fábrica" pensaba yo.
Que ejercicio tan revelador sería el que una persona desconocida describiera mi físico o personalidad. Seguramente su comentario sería: sonrisa grande y contagiosa, de actitud alegre, su mirada inspira confianza y definitivamente tiene una cintura envidiable.
Probablemente pensarás, ¿y quién te dijo eso? Pues es lo que hoy veo en mi.
Algunos lo llaman arrogancia, yo lo llamo amor propio.
Lograrlo no fue fácil, de niña fui minimizada constantemente, no era brillante en el colegio como mis hermanos, durante mi adolescencia llegué a escuchar de mis parejas frases como: "No es posible que siempre ganes en este juego siendo tan tonta" ó ¿tienes alguna cualidad? porque yo no veo ninguna, me parece que eres una buena para nada".
No era tan problemático porque en la adolescencia basé mi seguridad en el físico, y mientras me mantuviera linda todo marchaba bien, pero llegado el momento en convertirme en madre ( 21 años) y subiendo 23 kilos eso se acabó, ¿y ahora dónde está mi valor? solía pensar.
Me identifiqué con las mujeres de este video porque en ese pasaje de mi vida solo podía ver obscuridad en mí.
Un día decidí escribirme una carta, en ella me esforcé por describir algo bonito de mí, y como punto final de ese escrito, prometí amarme y respetarme.
No puedo decirte que al día siguiente apareció la Mariana segura que soy hoy, fueron años de trabajo constante para lograr sacar de mi cabeza esas palabras que tanto lastimaban mi alma, pero sobre todo para darme cuenta que no eran una realidad.
Y fue ahí, que con el paso de los días, una semilla de amor nació y creció en mi corazón, comencé a ponerme metas pequeñas y conforme las lograba la seguridad regresaba, de pronto las metas ya no eran pequeñas, eran grandes al igual que mi autoestima.
¡WOW!, me dije a mi misma, ahora entiendo que la seguridad no proviene del cascarón, sino de quién soy.
Ya no evitaba mi reflejo en el espejo, por el contrario, que gusto me daba verlo cada mañana, hablarle, darle palabras bonitas y por las noches reconocer los logros del día.
¿Te cuento un secreto? He fotografiado infinidad de mujeres y curiosamente las que cumplen con la etiqueta de belleza que la sociedad impone, son las más insatisfechas consigo mismas, suelen tener relaciones tormentosas y constantemente se discriminan.
Es ahí donde me encantaría regalarles el poder de verse cómo yo las veo, seguramente despertarían con ganas de comerse el mundo, tendrían esa relación de amor y respeto que tanto merecen, se abrazarían constantemente y jamás permitirían que alguien las maltrate.
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